La luz llega despacio, demasiado despacio, mientras tropiezo con tus vistas. Soy tuyo, tu eres mio. ¿Has perdido tu imagen de la carretera a través de los árboles? ¿Extraviaste la lista de ríos y los nombres de los lugares que compartias para contar historias? ¿Te importa si se salta el final, si la bienvenida del héroe es una despedida? ¿Te irás de tu cama, dejándonos tan silenciosamente como lo hace la luna? Comenzamos a reconocernos, pero las apariencias cambian y nos engañan, como la niebla esconde un arrecife. Dejaré aparte la mayoría de nuestro pecados hasta que se vislumbre el día que te permitan volver intacto. Tan solo relee el discurso que esperas decir para tus adentros. Te echo de menos, como lo he hecho durante años, y retengo algo de respeto por tu genio, el cuál algún día será todo lo que dejes por tu independencia.
Casi te parecías a las bestias que matabas, y siempre amigo de amigos y extraños para los que, al azar, de modo inesperado, no has tenido paciencia. Nos has enseñado el valor del trabajo físico, y un sentido general de la justicia. Etica y justicia en los alrededores del mundo son temas complicados, sin embargo. Cuando nosotros mismos nos convertimos en matones, ¿nos damos cuenta de ello? ¿daremos los pasado por pasado? ¿te acostarás enfadado? Cuando nos alejemos por direcciones separadas, ¿importará quién dijo la última palabra?, ¿quién estuvo al mando al final? ¿Importará por qué no nos escribíamos regularmente, rellenando un contrato que comenzó tan pronto como puse tinta en una línea recta? A veces he querido dejarte atrás, pero todavía uso viejas palabras tuyas en frases nuevas, que dicen cosas que nos escribimos y nunca dijimos.
Tienes la aceptación del deceso y de la decadencia de un granjero, una certeza de primavera que crece hacia adentro. Te llevarás contigo un particular entendimiento de la tierra y de los cielos que no se han visto, de los hábitos de apareamiento y los tipos de viento costero, pero nos dejarás llenos para acabar y llamarnos a nosotros mismos, gorriones sobre el grano partido. Te levantarás temprano, como siempre, y vagarás alto sobre el horizonte, primero para ver los campos sin dueño, gansos regresando del sur, un macho oscuro en el borde del prado, y el repentino y espantoso contorno de continentes desconocidos para cualquiera de nosotros. Siempre has compartido la excitación de tus descubrimientos, insistiendo en que prestáramos atención a tus hallazgos, y aprender a vivir en tus paisajes.
Cargarás con una piececita de nuestro hueso eligiendo por siempre, tu recomendacion secreta, agarrada a tu cadera mientras la sangre se ralentiza, se enfría y se ennegrece. La cogeremos de tí, trataremos de mirar en el interior de tu puño para adivinar qué puede ser. Quédate con ese consuelo, esa promesa que mereces. Tu apetito te ha mantenido vivo mediante bilis, escarcha de medianoche, decidido a verte alcanzar otro lugar de días de alto heno. Agachas la cabeza contra la noche, apartando tus ojos del pálido resplandor ártico, quemando la mejilla colorada contra la ventana de la puerta de atrás. Tienes todo el invierno para tí y podrías facilmente ser el unico hombre despierto de aquí a Canada ahora mismo. A solas para atestiguar que un coydog desaparece trás el granero, rastreando o tan solo haciendo alguna salvajada. Algo ha muerto recientemente. Puedes sentirlo por dentro, aun mientras ahuecas tus manos hacia tus ojos cansados y te esfuerzas contra el cristal congelado, intentando ver a través de él las almas de los sauces. Todo está demasido tranquilo, incluso para esta hora fría.
Viggo Mortensen - Linger